Llore sin parar todo el día, pues justo cuando estaba más optimista las cosas salen mal, el golpe fue mas fuerte, fue como una caída libre sin paracaídas. Mi esposo me veía tan mal que ni siquiera quería que fuéramos a la clínica a hablar con el doctor. "podemos ir después" me decía. Para mi no había un después, yo quería explicaciones ya. La cita era con el doctor Elkin Lucena, es uno de los científicos más prominentes de Colombia y Latinoamérica, es el responsable del primer bebe probeta en latinoamérica en 1985 y especialista en reproducción humana y ginecobstetricia, en pocas palabras el personaje es una eminencia en el tema y ya habíamos tenido contacto con el en citas anteriores y la ultima vez en la transferencia.
Cuando llegamos al consultorio lo primero que dijo fue "yo estoy igual de triste que ustedes, pero así es esto, hay que ser fuertes". Era la paciente estrella del mes para el, la que más oportunidad tenia de obtener el positivo. Revisó toda la historia clínica, todos los exámenes, la medicación, todo. Todo aparentemente bien, de nuevo útero sano, endometrio de tamaño perfecto, estradiol perfecto, progesterona bien, y los embriones que los llevaron a blastocisto no podían ser de mejor calidad.
Solo había algo que no estaba tan bien, mediante una ecografía previa a la transferencia miden cierto tipo de flujo, que para implantación debería estar entre 14-20 puntos, yo lo tenia en 15, estaba bajito pero no pensaron que fuera a afectar la implantación. Este nivel de 15 puntos afectó la formación de "pinópodos" que son pequeñas protuberancias que promueven la implantación ayudados de la progesterona. Son como pequeñas escobitas que absorben parte de los fluidos presentes en la cavidad uterina y permite que acerque o arrastre al blastocito al endometrio y que el endometrio a su vez atrae y absorbe para promover la implantación. En mi caso las escobitas no estaban tan fuertes como para arrastrarlo lo más cerca posible al endometrio y que se pegara de ahí, razón por la cual no hubo implantación.